martes, 13 de febrero de 2007

7610 (Segunda parte)


El vaquero recordaba que ni bien uno se apeaba del auto, debía estar atento a su pisada. Años atrás los nidos estaban por todos lados, y no hubiese sido nada extraño recibir un picotazo como gesto de bienvenida al atreverse a estacionar junto a la entrada de alguno de los tantos.
Hoy, la reserva de pingüinos de Punta Tombo, distante 107 km de la ciudad de Trelew, en la provincia de Chubut, es un lugar seriamente protegido y organizado.
Alrededor de medio millón de pingüinos de Magallanes anidan cada año allí, hasta que sus crías crecen lo suficiente y entonces emprenden viaje rumbo al norte, con destino incierto para los científicos que estudian su comportamiento.
Intruso se sintió el vaquero en medio de esa serena comunidad blanquinegra a orillas del mar, sólo habitada por ellos y manadas de pacíficos guanacos, al andar los senderos curioseando los hoyos abiertos en el durísimo suelo. El cómo podían abrir semejantes cuevas se lo respondió uno de estos simpáticos seres, al que pescó recostado sobre su panza blanca dando atemorizantes patadas que levantaban furibundas nubes de tierra seca. Los admirables pingüinos son animalitos amistosos, que no temen la presencia humana, al contrario. El vaquero, enternecido, comprobó con asombro que varios posaban, y algunos hasta se habían unido en afectuoso abrazo antes de ser retratados por su cámara fotográfica.

No serían las únicas sorpresas que le tenía reservada su extensa travesía patagónica...

3 comentarios:

pon dijo...

Qué bonitas fotos!!!
Y qué hermosa tierra, un tesoro teneis.
Gracias por este diario de viaje, es un placer recorrer contigo la Patagonia.

Ana dijo...

Con un fotógrafo como tú a ver quien no posa así de guapo...

Un besito, vaquero.

Maricarmen dijo...

Toc toc, al pasar por aquí me encontré con una grata sorpresa, ¡pingüinos! mi debilidad, son criaturas que me apasionan, gracias por el regalo de esas fotos y por compartir un trocito de tu camino.
Besitos